En esta ocasión teníamos unos días de vacaciones en mayo y, lo que en el anterior post fue una simulación de cómo preparar un gran viaje en moto se convirtió en realidad. Nos fuimos a Italia.
Si leíste la anterior publicación, conforme voy contando este viaje irás viendo la aproximación entre lo planeado y lo que luego fue la realidad. Este es un ejercicio muy útil para que veas que no es tan difícil traspasar fronteras.
Los preparativos del viaje los puedes ver en el post anterior a este. Lo único que hicimos que no conté fue obtener la Tarjeta Sanitaria Europea por si se diera el caso de necesitar atención médica en Italia. La puedes solicitar en tu comunidad y no tienes que pagar por ello. Es importante obtenerla si vas a viajar por Europa.
Con esto y con todos los preparativos mencionados en «Cómo preparar un gran viaje en moto» salimos de Utebo un martes por la mañana rumbo a Barcelona. Allí nos esperaba el ferry y nuestro amigo Marcelo de la asociación Pan European, con quien nos encontramos en el World Trade Center de la Ciudad Condal.

Marcelo es una persona genial, siempre dispuesto a echar una mano cuando hace falta.

Desde el World Trade Center fuimos a la terminal de Grimaldi para confirmar que todo estaba correcto con los billetes del ferry y ya aprovechamos para hacer el check in.
Una vez realizados los trámites nos llevo Marcelo a comer a un wok muy recomendable en Barcelona. El Wok Dao.

Por cantidad, calidad y variedad de comida es un sitio excelente para comer. Además por precio, unos 15€, está mejor que bien.

Comimos muy bien allí. Personalmente pienso volver la próxima vez que visite la ciudad.

Tras la copiosa y deliciosa comida fuimos a la terminal, esta vez ya para esperar nuestro barco.

La espera lleva varias horas, yo prefiero llegar con mucho tiempo de antelación. Para mi es mejor eso que arriesgarme a perder el ferry por algún contratiempo o pasar nervios por ir con el tiempo Justo.

Mientras esperas da tiempo para descansar, sestear… simplemente es un momento de relax en el que puedes repasar los planes de viaje que tengas.
Da tiempo hasta para hacer amigos de entre los demás moteros que también están esperando por allí. Así conocimos a Juan Ignacio, un motero chileno afincado en La Toscana. Pasamos un buen rato con el charlando sobre motos y viajes. Nos dio algunas recomendaciones muy útiles para nuestro viaje por Italia e hicimos planes para encontrarnos con el en Florencia.

Juan Ignacio no viajó en nuestro barco, el suyo salía hora y media más tarde. Así que cuando recibimos el aviso para embarcar nos despedimos.

La siguiente parte de la espera cosiste en pasar al parking para los vehículos que van a embarcar. Primero embarcaron los camiones, decenas de ellos.

Mientras aguardábamos nuestro turno para entrar fueron llegando más moteros. Los que estaban esperando para meter sus coches al barco estaban cada uno montado en el suyo. Los que viajábamos en moto éramos todo lo contrario. Enseguida empezamos a hablar sobre nuestro viaje, nuestras motos, ya te puedes imaginar.
Allí conocimos a Christian. Un argentino que viajaba con su curtida Honda CB 250.

Con está moto se dirigía a Italia como nosotros, pero con la idea de cruzarla para tomar otro ferry hasta Argelia y desde allí ir atravesando países hasta llegar a Jerusalén. Una vez completado su recorrido ya vería hacia dónde tiraba. Para mí Christian es un motoviajero con mayúsculas.
También conocimos a Salvador, que con su África Twin iba a coger otro ferry en Italia para dirigirse a Grecia y, desde allí, seguir su camino por Macedonia, Serbia y Croacia para entrar en Italia de nuevo por Eslovenia. Gran viajero también Salvador.
Aún conocimos una pareja que con su 1250 GS iba a hacer un recorrido distinto al nuestro por Italia. Con ellos coincidimos también en el barco de vuelta a España.

Cuando terminaron de entrar los camiones llegó nuestro turno. Fuimos siguiendo las indicaciones de los operarios hasta el lugar donde dejamos las motos y las amarraron. Quedaron todas bien atadas y ninguna se movió ni sufrió ningún daño.
Un buen consejo si vas a embarcar con la moto es que cuando la aparques en el ferry la dejes con la primera velocidad engranada. Así evitarás que se mueva en caso de que el mar esté revuelto.
Ahora ya solo nos quedaba ocupar nuestro camarote. Escogimos uno doble exterior. Este era el nuestro.

El de la foto del anterior post era algo diferente de este, puede que fuese superior, pero el nuestro estaba bastante bien, con sus dos camas, armario, un pequeño escritorio y baño completo.
Tras una buena ducha, la cena y tomar unas cervezas con nuestros nuevos amigos ya solo nos quedaba dejarnos llevar hasta el puerto de Civitavecchia.

Teníamos veinte horas por delante cruzando el Mediterráneo. Pasaríamos entre Córcega y Cerdeña para llegar a Civitavecchia a las seis de la tarde del día siguiente aproximadamente.
Atravesamos el Estrecho de Bonifacio, que separa estas dos islas sobre las doce del mediodía y entramos en el Mar Tirreno.

Al pasar por este punto se puede ver parte de Francia y de Italia a la vez, ya que Córcega, al norte, pertenece al país galo, mientras que Cerdeña, al sur, es italiana.
Nada más dejar las islas atrás fuimos a comer en uno de los restaurantes del barco y a sestear de nuevo en nuestro camarote hasta el aviso de ir preparándonos para desembarcar.
El desembarque es un momento de nervios, agobio y calor. Hay que esperar unos minutos que se hacen muy largos en la bodega del barco, montados en la moto con todo el equipamiento. Chaqueta, casco, guantes…
Nos despedimos todos los moteros deseándonos un buen viaje y arrancamos como si se tratara de una parrilla de salida. Se notaba que teníamos todos ganas de empezar a rodar y que nos diese algo de aire.

Cada uno puso rumbo a su destino, nosotros nos dirigimos a Pisa, unos 200 kilómetros al norte.
La salida del puerto es algo caótica. Se pasa por unas carreteras estrechas y rotondas llenas de baches y gravilla. Kilos y kilos de gravilla.
Cuando llegamos a la autovía que debíamos tomar no mejoro mucho la cosa. Por el carril derecho no había más de cien metros seguidos de asfalto sano. Había unos agujeros tremendos que coincidían con el paso de rueda de los camiones. En alguno de ellos se veía incluso tierra en el fondo. Por suerte no había mucho tráfico en ese momento. Lo mejor era circular por el carril izquierdo.

Hace cuatro años pasé por esta misma carretera, pero estaba mucho mejor. Ahora presenta un importante estado de abandono. Es incluso peligroso. En este viaje descubrimos que las autopistas de pago son casi las únicas vías de Italia con el asfalto en condiciones.
Tardamos un par de horas en llegar a Pisa. Lo primero fue alojarnos en el camping Torre Pendente, donde teníamos reservado este bungaló.

Este camping está muy cerca de la famosa torre, poco más de quinientos metros, por lo que su localización es muy buena.
Llegamos algo tarde al Campo de los Milagros, lo cual fue una gran suerte. No había prácticamente nadie. También los bares y restaurantes estaban cerrando ya. No cierran tan tarde como en España, así que nuestro restaurante fue el mejor de la ciudad.
Cenamos un bocadillo sentados en un banco con La Torre, El Duomo y el Baptisterio como escenario y en exclusiva para nosotros. Eso si que fue un restaurante de lujo.

Poder ver la torre así es espectacular. Las únicas personas aparte de nosotros eran los soldados del ejército italiano que montan guardia permanentemente para proteger los monumentos.

Con estas maravillosas vistas atesoradas en nuestra retina volvimos al camping a dormir. Nuestras primeras horas en Italia nos dejaron muy buen sabor de boca.
Comenzamos un nuevo día con un buen desayuno incluido en el precio del alojamiento. Por 50€ que nos costó el bungaló, con la moto aparcada al lado y el desayuno se puede decir que el Camping Torre Pendente es una muy buena opción para alojarse en Pisa.

Tomamos el desayuno y ya pertrechados con el equipamiento motero pasamos por el Campo de los Milagros antes de partir hasta nuestra siguiente ciudad, que sería Venecia.

Serían las nueve de la mañana y la plaza empezaba a llenarse de gente.

La imagen De la Torre era muy distinta de la que pudimos ver unas cuantas horas antes.

Poco a poco iban llegando grandes grupos de turistas.

Llegó un momento en que era difícil hacer fotos en condiciones. En este viaje descubrimos que en muchos casos nos gustó más visitar las ciudades y monumentos por la noche.

Fuera del Campo de los Milagros no había casi nadie, a pesar de que también hay cosas muy bonitas que ver.

No entramos en el centro de Pisa. Juan Ignacio, el chileno que conocimos en Barcelona nos dijo que el centro de la ciudad era precioso, pero no queríamos llegar muy tarde a Venecia.

Teníamos por delante algo más de trescientos kilómetros y los queríamos hacer sin prisas.
Al llegar al lugar donde habíamos dejado la moto aparcada nos encontramos con que teníamos una multa de aparcamiento.

Todavía no se por qué, no era una zona solo para residentes ni estaba en ninguna acera. Había un aparcamiento para bicis con la rueda delantera tocando el bordillo de la acera, luego había más motos aparcadas de la misma forma un poco más adelante, sin embargo la única que tenía una multa era la nuestra. En fin, ahí tenemos la receta de recuerdo.

Salimos de Pisa para llegar a Venecia por la tarde. Para ello tendríamos que pasar por Florencia, Bologna y cerca de Mugello.

El tiempo fue muy bueno. No hizo ni calor ni frío y solo nos llovió durante un par de minutos en este trayecto.

Cuando nos apetecía descansar lo hacíamos. Paramos varias veces, para comer algo, para estirar las piernas…, y el viaje fue muy llevadero.

La última parada antes de llegar a Venecia la hicimos para programar el GPS. Los últimos cien kilómetros fueron bastante espesos. Había un tráfico muy denso de camiones que se dirigían hacia Europa Central y Oriental.
Enseguida llegamos a Venecia, pero eso merece un capítulo a parte que voy cocinando y publicaré la próxima semana.
Dioni Salavera
Muy chulo. Deseando leer el resto.
Por cierto, me he reído mucho al ver la trolley en el asiento de atrás de la CB…. pero luego, me ha parecido buena idea 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
A mi me pasó igual. Al principio me hizo gracia, pero luego iba como un señor el de la CB. No está mal pensado.
Me gustaMe gusta