Tener que trabajar casi todos los sábados es fastidioso a la hora de intentar hacer una escapada de fin de semana, especialmente si lo que se pretende es realizar algún viaje en moto, que es algo que a mi me encanta. Debido a este condicionante, todo el tiempo que puedo disfrutar entre las dos de la tarde del sábado y el domingo por la noche es para mi equivalente a oro.
Afortunadamente, el recién adquirido gusto por mi mujer de viajar en moto conmigo permite que nos podamos ingeniar para hacer viajes como el de este fin de semana. En esta ocasión hemos recorrido parte del Pirineo Navarro, la zona comprendida entre el Valle de Salazar, el Valle de Arce y el Bosque del Irati. Una zona que merece ser conocida por su gran belleza.
Comenzamos nuestro pequeño viaje, como de costumbre, al salir yo de trabajar el sábado. Llegué a casa a las 14:30 y a las 15:00 ya había comido y estábamos listos para salir. Hay que decir que esta vez ya teníamos todo preparado, el equipaje y la moto.

Como siempre, repartimos el espacio de carga de nuestra moto, una maleta lateral para cada uno y la maleta central para uso común de los dos. Así que partimos los dos desde Utebo, nuestro pueblo.
Al viajar en moto nos gusta evitar las autovías y autopistas y en esta ocasión, como el tiempo del que disponíamos lo permitía, eso fue lo que hicimos. Queríamos llegar antes del anochecer a Abaurrea Baja, también conocido como Abaurrepea. Se trata de un pequeño pueblecito entre los valles de Salazar y Aezkoa, allí nos esperaba la habitación que teníamos reservada. Así que comenzamos a devorar los 200 kilómetros que teníamos por delante.
Salimos en dirección a Logroño y en Alagón tomamos el desvío hacia Ejea de los Caballeros, pasado este pueblo continuamos por Sádaba hasta Sos del Rey Católico, preciosa localidad que alcanzamos en una hora de viaje y en la que paramos para tomar un café y llenar el depósito de gasolina. Esta parada me vino muy bien. Ya empezaba a tener un poco de sueño debido al madrugón por el trabajo.

Para tomar el café fuimos siguiendo los carteles que indicaban el camino al parador, no nos arrepentimos, es un edificio que bien merece una visita y las vistas desde allí son muy buenas.

Pasamos un rato sentados viendo desde la terraza el paisaje. La carretera por la que luego pasaríamos, las casas y murallas de piedra que dan al pueblo ese aspecto medieval…
Tras un rato de descanso continuamos la ruta.

Entramos en Navarra

Salimos de Sos dirección Sangüesa, que ya pertenece a Navarra.
El cambio de carretera al pasar de Aragón a Navarra siempre es a mejor. Da igual por dónde sea, las carreteras aragonesas están siempre en peor estado que las navarras y la diferencia es más que notable.
En el mapa está marcado en amarillo por donde entramos y salimos de Navarra, en rojo el recorrido del sábado hasta Abaurrea Baja, en verde el camino que hicimos hasta el Bosque de Irati el domingo y en azul el trayecto, también del domingo, de vuelta a Lumbier y a Sangüesa.
El paso por sangüesa, puesto que el día siguiente volveríamos otra vez, lo hicimos sin parar a ver nada. Lo dejamos pendiente para el domingo.
Continuamos hasta el desvío a Lumbier. Nos íbamos aproximando al Pirineo por la NA-178.
Desde Lumbier nos dirigimos a Navascués y de allí a Ezcároz siguiendo la misma vía, que se va volviendo más bonita e interesante en cuanto a curvas y paisaje.
En esta ocasión utilicé el GPS del móvil. Yo lo uso cargando la ruta y escuchando las indicaciones vía bluetooh a través del intercomunicador del casco. De esta manera no necesito mirar la pantalla y llevo el móvil en el bolsillo. Así me apaño muy bien y evito llevar accesorios en el manillar de la moto, cosa que no me gusta.
El tráfico era escaso, así que se podía disfrutar de las hermosas vistas y de los pueblos tan bonitos por los que íbamos pasando. Ezcároz, Jaurrieta…
En Ezcároz cambiamos de carretera y tomamos la NA-140, que es la que nos pasa por Jaurrieta y comienza la subida de un bonito puerto de montaña, el Alto de Remendia, que nos lleva hasta los 1040 metros de altitud.
La carretera en esta ascensión es estrecha y hay curvas muy cerradas que tenía que tomar en primera. Esto resultaba incómodo con la Pan European. Por potencia se podían hacer estas curvas en segunda, pero la curva tan cerrada y la carretera tan estrecha no permitían mantener la velocidad adecuada y había que reducir a primera a la entrada de la curva. Odio cuando hay que hacer esto con cualquier moto. Esa carretera y mi moto no se llevaban bien.
Con el paso de este puerto dejamos atrás el Valle de Salazar y entramos en el de Aezkoa. Enseguida pasamos por Abaurrea Alta o Abaurregana y poco después llegamos a Abaurrea Baja o Abaurrepea bajando por esta vertiente del Alto de Remendia.
Llegada a Abaurrea Baja
Entramos en el pueblo, que no tendría más de diez o doce casas, y nos pareció precioso.
Lo primero que nos sorprendió al parar la moto y quitarnos el casco fue el silencio que había. Era un silencio al que no estamos acostumbrados y del que la gente de allí no es consciente, pero sin duda que se nota un gran descanso en un ambiente así y se agradece.

Una vez allí ya solo nos quedaba encontrar la Posada Sarigarri, donde teníamos reservada una habitación. Dado el tamaño del pueblo no fue nada difícil encontrar el hotel. Estaba al lado del frontón y de la Iglesia. Se trata de un hotel rural muy recomendable.

La primera impresión del hotel fue muy buena, pero cuando entramos en nuestra habitación la sorpresa fue mayúscula. Más que una habitación parecía un apartamento para nosotros solos. Tenía un pequeño pasillo de entrada, un baño grande, un cuarto de estar y en una segunda planta un gran dormitorio con una cama doble y otra individual. Sin duda mucho más de lo que esperábamos por los 64 Euros que nos costó.

Si la habitación nos sorprendió gratamente, la cena no fue menos. Cenamos en el mismo hotel y sin duda que la elección fue buena. Comenzamos con unos entrantes seguidos por una crema de espárragos casera con guindillas. Plato muy reconfortante, que ya empezaba a hacer frío. Luego unas chuletas con patatas y pimientos y después postres caseros consistentes en queso y membrillo. Terminamos con chupitos de hierbas de la zona y el café.



Tras la cena dimos un paseo por el pueblo. No era cuestión de ir a dormir con el estómago lleno.
El pequeño paseo nocturno fue muy agradable y relajante. Se respiraba tranquilidad y silencio en el ambiente y el paisaje que ofrecía la noche también era para disfrutar. La luna iluminaba bastante y se adivinaba el contorno de la montañas que nos rodeaban. Con esto nos fuimos a dormir.


Ruta del domingo
El domingo amaneció con una niebla que se disiparía enseguida. Nos levantamos descansados y, mientras preparábamos el escaso equipaje que portábamos veíamos por la ventana cómo el sol se iba apoderando del paisaje. Poco a poco el cielo se iba despejando a la vez que nosotros nos disponíamos a bajar al comedor para desayunar.


Nosotros, al bajar a desayunar, nos esperábamos un café con leche, tostadas, mermelada, mantequilla…, eso como mucho. Pero teníamos otra grata sorpresa esperándonos con el desayuno. Bufet libre con gran variedad de zumos, panes, quesos, mermeladas, embutidos, jamón… Todo delicioso. El desayuno fue ideal para la jornada de moto que nos esperaba.
Da gusto empezar el día así. Nos habríamos quedado un día más aquí.

Desayuno en la Posada Sarigarri.

Con la tripa llena y el cielo despejado estábamos listos para comenzar la ruta del día. Para empezar queríamos ir al Bosque de Irati, del que habíamos oído hablar mucho y habíamos visto muchas fotografías que dan muestra de la belleza natural del lugar.

Salimos de Abaurrea Baja y retomamos la NA-140 hasta la localidad de Aribe. Por el camino no dejamos de cruzarnos con grupos de moteros con todo tipo de monturas. Maxi trail, erres, naked, touring…, y es que el día y la carretera invitaban. El tipo de curvas y el asfalto permitían disfrutar con cualquier moto.
En Aribe, muy bonito también tomamos el desvío para dirigirnos a la Selva de Irati siguiendo el río que lleva el mismo nombre por la NA-2030. Esta carretera es de tercer orden, pero estaba igual de bien cuidada que las demás que hemos recorrido.
Seguimos hasta Larraun, donde está el desvío al Bosque de Irati y continuamos hasta la caseta de entrada al parque.
En la entrada hay que pagar por aparcar. En el caso de las motos se paga dos Euros, que, con un vale descuento que nos dio la dueña del hotel se quedó en la mitad. Un Euro.
Preguntamos en la caseta de información sobre los itinerarios a recorrer, pero, como con la ropa de moto se hace incómodo andar mucho, decidimos continuar con la Pan European hasta el siguiente aparcamiento, el que está situado muy cerca de la presa y así disfrutar de las vistas que conocíamos por foto.
Para otra ocasión dejamos pendiente la visita y la caminata por el bosque. Prometía ser precioso, pero lo cierto es que sin el equipamiento y el calzado adecuado para caminar se habría convertido en un suplicio. Lo mejor fue dejarlo para otra ocasión en la que vendremos toda la familia y preparados para disfrutar del maravilloso entorno.

La vista que ofrecía la presa nos decepcionó un poco. Habíamos visto fotos con el embalse lleno hasta arriba, con el agua casi tocando los trocos de los árboles y estos con colores amarillos y rojos. Lo que veíamos no era feo, pero no era lo que esperábamos. A ver si tenemos más suerte la próxima vez.
Por lo demás los paisajes del bosque eran muy bonitos. Tiene que ser muy relajante caminar durante horas entre todos esos árboles.
No se cansa uno de ver estos paisajes.
Hay multitud de posibles itinerarios de mayor o menor recorrido por el bosque. Según nuestro nivel físico o lo que nos guste caminar podemos optar por uno u otro. Conviene informarse a la entrada.
Tras la visita al Bosque de Irati montamos de nuevo en la moto y retrocedemos hasta volver a Aribe. Allí retomamos la NA-140 hasta el cruce con la NA-2040, por la que seguimos.
Continuamos por esta bonita carretera siguiendo el río Irati hasta que se convierte en el embalse de Itoiz, ya en el valle de Arce. Enlazamos con la NA-172 para ir acercándonos de nuevo a Lumbier y de allí a Sangüesa, donde teníamos previsto comer.
El paisaje iba cambiando conforme avanzábamos sin dejar de ser bonito.
Por el camino fuimos haciendo alguna parada para hacer fotos y deleitarnos disfrutando las vistas. Es muy placentero realizar este tipo de viajes sin prisas, disfrutando del recorrido.

La verdad es que en este viaje disfrutamos tanto de ir en moto como de las paradas. La última la hicimos antes de comer, la realizamos poco antes de llegar a Lumbier por la carretera NA-150.

Una vez pasado este pueblo cogimos un par de kilómetros de autovía en dirección a Huesca hasta la salida de Sangüesa.
Si no queremos ir por este tramo de autovía podemos ir por la vía de servicio paralela. Eso hicimos el día anterior a la ida.
Llegamos a Sangüesa
Volvimos de nuevo a Sangüesa, el pueblo cuya visita habíamos dejado pendiente el día anterior. Lo cierto es que fue muy buena idea porque, al hacerlo así, nos sirvió el domingo para matar dos pájaros de un tiro. Comimos bien y tranquilos y la visita nos sirvió después para bajar la comida y montar de nuevo en la moto con el estómago algo más ligero.

La entrada a Sangüesa la hicimos atravesando un bonito puente de hierro sobre el río Aragón. Nada más atravesarlo llegamos a una calle peatonal en el casco histórico de esta población.
En el primer sitio que nos pareció adecuado para aparcar la moto paramos. Allí se quedó esperándonos mientras buscábamos un sitio para comer, que ya teníamos hambre.
Comimos en un restaurante llamado 1920, cerca de donde dejamos la moto. El dueño fue muy amable con nosotros y nos hizo buenas recomendaciones a la hora de elegir el menú.



Tras la comida comenzamos la visita que teníamos pendiente. Sin entrar en detalles arquitectónicos, nos gustaron las calles antiguas con sus edificios y monumentos.
Hay mucho para visitar en esta pequeña ciudad. Se podría dedicar un día entero, pero seguimos.
Volvemos a Sos

Son trece los kilómetros que separan Sangüesa de Sos, así que enseguida llegamos. Paramos de nuevo con la intención de perdernos por sus calles y, la verdad es que eso fue lo que hicimos. Literalmente. Empezamos a recorrer callejuelas enrevesadas y luego casi no encontramos el camino de vuelta a donde habíamos aparcado.
En Sos nos dedicamos a pasear admirando sus bien conservadas calles y casas, haciendo fotos hasta que decidimos continuar de regreso a casa.




Con esto ya solo nos quedaba finalizar nuestro viaje emprendiendo el camino de regreso a casa. Salimos de Sos y bajando su puerto fuimos pasando pueblos. Sádaba con su castillo, Ejea de los caballeros, Tauste, Remolinos, Alagón y por fin Utebo, donde está nuestra casa.
Regresamos contentos por el viaje realizado y con ganas e ilusión por comenzar otro. No creo que pase mucho tiempo antes de eso.
Espero que os haya gustado. Hasta el próximo.
Dioni Salavera y Mariángeles Vidaurre
¡Que chulada de viaje! A ver cuando me puedo apuntar a otra rutilla que hagáis…
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Pues a ver para el siguiente. Lo estamos preparando por La Rioja, pero aún no tenemos fecha.
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Una ruta muy apetecible.
El hotel, me lo apunto.
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Es una ruta de esas que te dejan como nuevo. Si vas a ir, cualquier cosa ya sabes, aquí estoy.
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