Esta es la historia de uno de esos días en los que tienes grandes rutas previstas y va el clima y parece que se pone en tu contra. Amaneció con mucha niebla, pero a una hora en la que ya daba el día por perdido salió el sol.
Hacía mucho tiempo que por diferentes motivos no podíamos salir en moto Mary y yo juntos.
Y, ¿Qué hacer ahora? Ya es casi la hora de comer.
Da igual. Coge el casco, la chaqueta, guantes y botas y vámonos.
Salimos de casa un poco sin rumbo y sin prisa. Por eso cogimos la Royal Enfield. No teníamos un plan definido ni hora de llegada, así que esta era la moto ideal.
Desde Utebo lo más fácil es salir en dirección a Logroño, que fue lo que hicimos y sobre la marcha recordé que hacía tiempo que quería conocer el santuario de Sancho Abarca, en Tauste. Ese lugar se convirtió en nuestro destino.
Llevábamos unos cuarenta kilómetros recorridos y ya estábamos en la carretera de tierra que conduce al santuario.
Yo pensaba que el camino de subida estaba asfaltado, pero no es así. Al principio es de asfalto no muy bueno y los últimos cuatro o cinco kilómetros son de tierra compactada.
Tenía ganas de probar la Royal por caminos de tierra, ir en plan como en los vídeos que tantas veces he visto de rutas por el Himalaya con Royal Enfield pero más light. Siempre he pensado que debía ir bastante bien fuera del asfalto.
La verdad es que ya en los primeros metros de tierra me sorprendió muy gratamente. Por suspensiones, posición y par motor me recordaba a una trail que tuve hace unos cuantos años. Las ruedas de carretera no iban mal por este tipo de pista, pero con unas cubiertas mixtas debe mejorar bastante el agarre. Estudiaré esta posibilidad más adelante.
En el ascenso al santuario parábamos a hacer fotos cuando el paisaje nos sorprendía, cosa que sucedió muy a menudo.
Llegamos al santuario y allí descubrí que hay un restaurante y un hotel de dos estrellas. No es mal lugar para pasar un fin de semana tranquilo y diferente. Siempre es interesante conocer estos detalles para futuros planes.
Desde allí se pueden realizar varias rutas offroad que despertaron mi curiosidad y mis ganas de descubrirlas.
El templo es de estilo barroco y se terminó de construir en 1703, así que si te gusta este tipo de arte y arquitectura tienes para una buena visita.
Desde el mirador, que está a 630 metros de altitud las vistas son realmente espectaculares. Puedes divisar gran parte de la vega del Ebro, vega del Jalón y las Bardenas Reales.
Las Bardenas Reales es como se conoce a una comarca de Navarra semidesértica catalogada como parque natural, con curiosas formaciones geológicas y plagada de montañas, mesetas y barrancos. También se conoce con el nombre de Bardenas sin más a una parte de las poblaciones cercanas a Tauste y Ejea en la provincia de Zaragoza.
Si buscas en internet información sobre la oferta turística de Las Bardenas encontrarás cosas más que interesantes y diferentes.
Hasta llegar a nuestro destino pasamos por algún que otro banco de niebla y hacía algo de frío, por lo que daba gusto estar al sol en la cima del cabezo del santuario contemplando a lo lejos las zonas en las que aún no era visible el sol.
La vista desde allí alcanza muchos kilómetros. Llegan a verse los límites de la provincia de Zaragoza con Navarra, Soria, Teruel y Huesca con el Moncayo siempre presente. Se ven incluso las cimas del Pirineo Navarro que hacen frontera con Francia.
Aguantamos en el mirador bastante rato contemplando el paisaje. En el momento en que nos disponíamos a bajar llegó una pareja de Ejea con una BMW F650GS que ocupó nuestro lugar.
Dejamos atrás el santuario descendiendo por la misma pista por la que antes habíamos subido y volviendo hacia casa paramos en Remolinos.
En Remolinos hay una ermita llamada del Cristo de la Cueva a la que se accede por una subida pavimentada con cemento y que tiene un importante desnivel. Es una de esas subidas que te hacen dudar sobre la capacidad de tu moto para superarla. Yo tenía curiosidad por saber si la Royal podría subir con los dos. Y vaya que si pudo, subió como si nada.
Desde la ermita también hay buenas vistas de Remolinos y gran parte Del Valle del Ebro.
Allí dentro hay algunas pinturas De Goya, aunque estaba cerrada y no las pudimos ver.
Tras la subida a la ermita fuimos a por otro reto también de altura. El camino de acceso al parque eólico de Remolinos.
Nuevamente la moto superó sin enterarse rampas del veintitrés por ciento de desnivel llevándonos a los dos. Subimos en segunda, pero yo creo que en tercera habríamos subido también. Esta moto correr no corre, pero no veas la fuerza que tiene.
De nuevo nos deleitamos un buen rato con el paisaje.
Bajamos del camino del parque eólico a las salinas que están a pie de la carretera que une Remolinos con Alagón.
Aquí no se contempla el lugar desde lo alto, pero merece la pena hacer una parada y echar un vistazo a las balsas de la sal donde se a evaporando el agua.
Si vives por aquí cerca puede que hayas pasado mil veces a escasos cuatro metros de estas balsas sin darte cuenta de lo que vas dejando a tu paso
No nos cansábamos de hacer fotos jugando con el reflejo del agua y los curiosos efectos que provocaba.
Cuando nos pareció bien nos pusimos otra vez en marcha para no parar hasta llegar a nuestra casa. Cosa que sucedió poco después, ya que eran unos escasos veinticinco kilómetros los que teníamos por delante.
La valoración de esta pequeña ruta fue muy positiva. Lo normal habría sido quedarnos en casa con un buen mosqueo porque el día salió con niebla y nos chafó los planes de hacer un recorrido más largo, pero, aunque salimos a eso de medio día este mini viaje nos dejo muy buen sabor de boca y muy buenas sensaciones.
Lo cierto es que ya en casa parecía que nos habíamos ido bastante más lejos. Esa fue la impresión que nos quedó a los dos junto a un sentimiento de relax y satisfacción.
La lección positiva que saco de todo esto es que si las circunstancias truncan tus planes lo mejor es que adaptes estos a las nuevas circunstancias. Haz lo posible por disfrutar de lo que te gusta aunque no sea lo que tenías pensado.
Dioni Salavera
Genial el reportaje, mira que he pasado veces y no he visto las salinas, a ver si las encuentro a propósito
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¡Vaya chulada de recorrido y de fotos!
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